Tenemos un equipo completo coordinado para lograr tu satisfacción.
Amamos lo que hacemos
Aquí cada cocada, cada breva y cada ‘Delicioso’ cuentan una historia. Porque lo nuestro no es producción, es tradición: el legado del Nono que sigue vivo en cada cucharada.
Nuestro proceso de trabajo
Aquí no hay máquinas que manden ni atajos que apuren. Nuestro proceso es el de siempre: recetas de herencia, manos pacientes y el tiempo justo para que cada dulce salga al pelo.

Nuestra historia
Construida dulce a dulce por el nono santandereano.
Hace más de seis décadas, en el corazón de Zapatoca, Santander, nació un sueño sencillo pero poderoso: endulzar la vida con recetas de casa, hechas a mano y con cariño. Allí estaba Don Pablo, un santandereano de los de antes, firme en carácter pero tierno en el trato, que sabía que un buen dulce no solo calma el antojo, sino que también guarda memoria y construye historias.
Con sus manos curtidas y su paciencia infinita, Don Pablo empezó a preparar cocadas, brevas y “Deliciosos” siguiendo las recetas heredadas de su familia. No había máquinas modernas ni fórmulas complicadas, solo ingredientes frescos, panela de la buena, fruta de la región y esa maña artesanal que distingue lo auténtico.
Pronto, los dulces de Don Pablo se volvieron tradición en el pueblo. La gente llegaba después de misa, en las tardes de domingo o de camino al colegio, a comprar “un dulce pa’ la casa” o a pedir “una ñapa pa’l camino”. No era solo un negocio: era un lugar de encuentro, donde cada confite llevaba el sello del cariño y la honestidad.
Con el tiempo, Dulcilandia creció sin perder su esencia. De ser un pequeño taller familiar pasó a ser un referente de dulces típicos santandereanos, siempre con el mismo compromiso: mantener vivas las recetas que han pasado de generación en generación. Y así, lo que empezó como una tradición casera hoy se ha convertido en un legado que lleva más de 60 años endulzando generaciones.
Hoy, Dulcilandia sigue honrando la memoria de Don Pablo, con el orgullo de representar lo mejor de la tierra santandereana y la determinación de conquistar nuevos mercados. Porque la tradición no es algo que se quede en el pasado: es un puente entre lo que fuimos y lo que seguimos construyendo, cucharada a cucharada, dulce tras dulce.
Y como decía el Nono: “Aquí no endulzamos con cuentos, sino con panela. Bien hecho, sin tanto enredo.”
Our Team
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